El tsunami de las redes sociales y la educación

Las redes están pasando por encima del mundo educativo como un tsunami. Por encima de docentes y gestores, es decir, de la organización educativa, del centro de enseñanza. Por encima de su vertiente comunicativa y comercial, si la tienen, en el caso de las empresas educativas. Y sobre todo, por encima de su modelo de aprendizaje y pedagógico, la esencia de la función educativa.

Como ya sabemos, el mundo de Internet avanza frenéticamente. Aunque se mueren por el camino muchísimas ideas, hay algunas propuestas que, nacidas de la investigación universitaria o de algunos think tanks, son aprovechadas por el mundo empresarial y triunfan y perduran.


Recordemos por un momento algunos hitos: La aparición de Internet, de la World Wide Web, el correo electrónico, los navegadores como Netscape o Explorer, los buscadores como Yahoo primero o Google, los blogs y las redes sociales como Facebook o Twitter. No tienen tantos años y ya nos parecen (son) imprescindibles para nuestra vida cotidiana o para el mundo laboral.

En el caso de las redes sociales, vamos por el mismo camino. Éstas dominan, en la actualidad, el interés por parte de todos los actores que intervienen. Aprovechan, lógicamente, la potencialidad de la página web personal o blog como escaparate y canal de expresión, del correo electrónico y del chat como medio de comunicación, la lógica de los buscadores para encontrar a quien o lo que se busca y otras innovaciones que no puedo detallar en este texto.
¿Se está aprovechando esto en clase? ¿Se tiene en cuenta en la transmisión de los recursos para el estudio o la preparación de una lección? ¿Se tiene en cuenta en la relación con los padres y madres en las escuelas? ¿Se utiliza como herramienta de marketing educativo? Etc…
Las redes están pasando por encima del mundo educativo como un tsunami. Por encima de docentes y gestores, es decir, de la organización educativa, del centro de enseñanza. Por encima de su vertiente comunicativa y comercial, si la tienen, en el caso de las empresas educativas. Y sobre todo, por encima de su modelo de aprendizaje y pedagógico, la esencia de la función educativa.
Es cierto que el tsunami nos pasa a todos un poco, pero hoy nos es más fácil experimentar con las redes como individuos y usar las redes como particulares. Muchos alumnos y profesorado, no tienen ninguna dificultad para moverse por las redes. Al contrario, en algunos casos, son agentes muy activos.

En cambio, por qué no aprovechar Facebook, linkedin o Twitter, por ejemplo, como responsables de una escuela, facultad o centro de formación.
Por ejemplo, para saber como sacar provecho de la existencia de comunidades virtuales para dar a conocer la oferta formativa a los alumnos actuales o potenciales. O para aprovechar las redes para encajar necesidades de unos –contenidos, herramientas, productos o servicios- con las ideas o propuestas de otros. Para escuchar la red y detectar que dicen de nosotros o analizar, a través de la red, el comportamiento y la opinión de las personas para mejorar nuestra relación con ellas.

Acumulo tantos interrogantes, tantas dudas que me gustaría responder, que creo que es indispensable se humilde y aceptar mi desconocimiento.
Pero a su vez, también detecto que algunos ya empezamos a acumular información y consolidar conocimiento que el mundo escolar y universitario, que las empresas de formación y las instituciones educativas podrían aprovechar.

Tenemos más preguntas que respuestas, pero éstas últimas ya empiezan a aportar mucho valor.

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